Jazz, no tendrá que sufrir mas cambios en su vida, lleva mas de un año viviendo feliz en una residencia canina, descubriendo que el ser humano, puede ser un buen amigo y como no podía ser de otra manera, Víctor a sucumbido a sus “irresistibles encantos” y ya no puede vivir sin él.
Ahora, comparte juegos y carreras con un montón de compañeros peludos y disfrutando de ser perro, algo que jamás le dieron la oportunidad de hacer.
Gracias a todos los que un día apostaron por darle una oportunidad a Jazz.
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